sábado, 7 de agosto de 2010

Desastre mío..

El sonido del funicular me relaja, me ayuda a sentir, a vivir. Barcelona se extiende ante nosotros y no puedo ocultar mi emoción. Estoy extasiada y tú no paras de sonreir.
Jovenes, alegres, inocentes, humildes, soñadores.
Las estrellas nos acompañan, nos saludan, cómplices del amor que se está gestando bajo sus brazos mientras tus manos acarician mi espalda.
Me cuesta creer lo que vivo, tengo miedo de que nada sea cierto, de que no lo viva realmente. Es todo tan increible que me obligo a pestañear rápido y cuando miro atenta al exterior, todo sigue igual. Tú sigues ahí, al igual que la ciudad, que las estrellas.
Y solo me queda reir, reir y abrazarte.
Amoldarme a tus brazos y seguir viajando hasta aterrizar en esas calles. Nuestras calles. Nuestros planes. Nuestros sueños.
Nuestras vidas. Nuestro amor.